Chinchosos chinchavainas, esos bichos tan molestos que pican a los conductores para…
…pues para disfrutar observando cómo tras su picadura, los conductores empezamos a increpar, a gesticular y a farfullar que los demás no tienen ni idea de conducir.
Nada los divierte más que ver cómo nos saltamos un semáforo, no respetamos un Paso de Cebra, una señal de STOP o un Ceda el Paso y nos os queremos ni contar cómo se ponen cuando «pegamos volantazos» sin señalizar con el intermitente o cuando escuchan los tacos que soltamos al conducir, sencillamente…se retuercen de la risa porque han conseguido ganarnos. ¡Son chinchavainas y saben cómo hacerlo!
Pero hay una pregunta que nos estáis haciendo y , de momento, no podemos contestarla y es la siguiente:
¿A quién pican más los chinchavainas? ¿picarán más a las chicas, o a los chicos o a…? Muchos de vosotros ya habéis iniciado el debate sobre sus preferencias eligiendo victimas, pero la realidad es que no tenemos datos exactos para saber a qué género están picando más, por eso y con el fin de conocer quiénes son sus preferidos, lo mejor es que cada uno vaya contando a cuántos conductores ve con picaduras de chinchavainas.
Y mientras vosotros contáis chinchavainas al volante, os queremos comentar que a los pililampos nos está preocupando pensar que en las ciudades y pueblos de España, esté pasando lo que ocurrió hace muchos años en el país donde nosotros vivimos. ¿Sabéis qué ocurrió?
Os lo contaremos, aunque poco a poco, porque sigue siendo un misterio saber cómo los niños pudieron hacer frente a la plaga de chinchavainas y echarlos de sus ciudades sin la ayuda de los adultos…
Así comienza nuestra historia con los chinchavainas…
En el mundo donde viven los pililampos, los conductores empezaron a enfadarse cuando conducían. Todos gesticulaban mucho, decían cosas desagradables y pensaban que el resto no sabía conducir.
—¿No te has fijado en lo mal que conducen los mayores últimamente? ¿Tú qué crees que les puede estar pasando para que conduzcan tan mal? —comentaban los niños.
—¡Eh, niños!, ¿qué les pasa a los conductores?, ¿por qué no nos hacen caso? —preguntaban también las señales de tráfico.
—No lo sabemos —contestaban ellos.
—Todas las señales estamos hartas de que conduzcan los mayores.
—¿Por qué estáis hartas?
—¡Porque ni nos hacen caso ni nos respetan! ¡Los niños sí nos respetáis!
Y nos despedimos preguntándote lo siguiente:
¿Conoces a algún conductor que nunca haya increpado, farfullado, insultado -aunque sea murmurando- o incumplido alguna norma de la circulación?
¿Nunca te has preguntado qué puede estar pasando para que te transformes en un auténtico chinchavainas al volante?
Ah… y recordaros que la Fundación MAPFRE ha recomendado este cuento en su web como lectura destacada en su programa de prevención y seguridad vial para la familia.
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¡Hay cuentos que merecen la pena…!
Etiquetas: chichavainas, Chinchavainas, Orugas Tricotonas, Pililampos, seguridad vial, Tejido mágico, tráfico
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